¿Pourquoi pas?

¿Por qué no? Es la pregunta que ¡por fin! se hacen los aficionados, técnicos directivos y periodistas especializados en Francia. Cada cual por diferentes motivos, pero todos con el mismo objetivo: Jugar al rugby neozelandés. Es que no tienen otro remedio si quieren llenar los campos y mantener sus presupuestos económicos. Sin más. Aunque no quieran reconocer que ellos jugaban mejor que los neozelandeses del "rugby champagne" de los ochenta para atrás, siendo el Stade Touloussain el último vestigio (Elissalde, Poitrenaud, etc.), y que abandonaron su extraordinaria técnica y su filosofía de juego, por el resultadismo y la vulgaridad del contacto tonto y "la posesión" para no jugar y tirarse al suelo después de conseguir veinte centímetros de terreno a cambio de un esfuerzo físico colectivo brutal. Eso sí, tenían "la posesión", cuando no la perdían con un golpe de castigo en contra por infringir el reglamento. Tenemos el caso obsceno del Biarritz Olympique (B.O.), que jugaba a que el contrario cometiese faltas personales, para que su medio melèe metiese los tres puntitos en el tiro a palos. Y el equipo desmovilizado. Y vuelta a empezar. A jugar en su campo practicando rugby-tenis, y "posesión" al suelo aunque el contrario no haya tocado al atacante. Personal del contrario en el paquete (nunca mejor dicho), y otros tres puntitos al bote para mayor gloria de su medio de melée. Los demás jugadores, de comparsas. Y M. Martín y Mr. Blanco en la dirección del club viéndolas venir. Si repasan los resultados del B.O. en las dos temporadas anteriores al descenso de categoría y de ingresos económicos (asistencia y publicitarios), todos los tanteos múltiplos de tres, ya vemos el resultado. Mr. Blanco "se trasladó" a París (en Rugby Times lo anunciamos dos años antes), y del presi en cuanto pintaron bastos, au revoire.

He puesto al B.O. como ejemplo de un equipo que siempre he tenido muy cerca, y he visitado Aguilera todas las veces que he podido, y han sido unas cuantas, y nos da pena dónde ha caído, porque la hipoteca económica que tiene contraída (anticipos de fondos públicos de los próximos años, etc. etc.), le van a impedir volver a la Primera División Francesa sea cual sea su denominación. B.O. se ha quedado ahí por generaciones, y por méritos de sus dirigentes. Pero si nosotros no podemos descender tanto en nuestro rugby, copiar estos comportamientos nos puede llevar a la desaparición, o como mucho, a un pseudo rugby testimonial de entretenimiento y cachondeo peligroso. Y naturalmente, hablamos de jugar al rugby abierto y cerrado, que ambas formas son recomendables y estimulantes para el jugador. Pero al rugby cerrado o abierto -reducidos o amplios espacios-, según interese tácticamente en función, primero, de las características de nuestros jugadores, y a continuación, de las del equipo contrario, debe ser solidario, lúdico y divertido. Tiene más encantos y también ventajas, como es la alegría de haber jugado bien -ganar o perder son conceptos- y que el ejercicio resulte saludable y tonificante.

Hace unos meses escribimos en Rugby Times sobre Charles Ollivon, un chavalote de St. Pée que fichó por Aviron Bayonnaise (A.B.) pero que lo que más le gustaba era jugar a pelota en los frontones de Iparralde,  simpatizante de la Real Sociedad, chaval equilibrado, buen estudiante, sensato, atlético y que fichó por Toulon, el de las rutilantes estrellas como Wilkinson, Hayman, Botha, Ali Williams, D.Armitage, Juan Smith, etc., y lo primero que se oyó y leyó, es que se lo traspasaban a Paris o Toulouse, pero por una millonada. Ollivon siguió chupando banquillo, y cuando han salido todas esas figuras y ha entrado Dominguez en el banquillo de Toulon, ha empezado a encajar en el estilo de juego dinámico, buscando los grandes espacios donde la condición atlética es indispensable para un delantero, y ahí lo tenemos marcando ensayos en el Top-14 entre los centros, donde un balón interior coge a los contrarios a contrapié. Pero hay que llegar. ¿Y cómo se llega? Como dice él. Mucho entrenamiento dinámico -balón, espacios, tonificación- y poco estático -pesas a lo bestia-, porque como todos sabemos y él también, para llegar a los grandes espacios hace falta agilidad, y las pesas lentifican. No soy enemigo de las pesas, pero entre los presuntos entrenadores de por aquí -vamos a dejar a los de fuera-, se abusa y además no se vigilan los pesos, y trabajan con la misma pesa un jugador de 80 kgs. y 1,80, tres cuartos, que uno de 1,70 y 95 kgs que juega en la primera línea. Y de los demás ejercicios, para qué contarlo. En Nueva Zelanda, que de esto saben algo, han recomendado a varios All Black, como Nonu o Collins (g.b.) a rebajar su masa muscular para seguir en el equipo. Y no perdieron potencia en el contacto, porque llegaban con más velocidad. Hace ya unos cuantos años para jugar era indispensable - como en el fútbol americano - el informe del preparador físico después de realizar los circuitos "fitness". Se han dado cuenta que para jugar al Rugby Total prima la técnica y el apoyo constante al portador del balón, cambiando constantemente de portador, para romper las tácticas de defensa del contrario. Y así les va. Nunca tienen las delanteras de más peso, pero siempre las más dinámicas. Es un espectáculo ver a Dani Coles, el talonador All Black, marcando ensayos o dando asistencias en las alas. Y está en las jugadas estáticas, pero se mueve constantemente hacia donde intuye que va a ir el balón -oído al parche jugadores gipuzkoanos- que en el rugby el que es inteligente, listo y espabilado, tiene mucha ventaja sobre el que va de fuertemari. Y tenemos a Retallick o Whitelock, la segunda línea habitual, perforando en la 22 contraria o placando en la propia con unas estadísticas impresionantes. Y me dirán que esos son de los mejores jugadores del mundo en sus puestos. Joder, pues de estos hay que copiar, que si encima copiamos mal, al menos que sea de los buenos, que igual se queda algo.
Para resumir: Forma de juego abierto y dinámico. No tenemos físico para percutir, ni tan siquiera para saltar en touche. Entrenamientos con más carrera, balón, ocupación de todo el campo, despliegue táctico y ataque a los espacios, técnica de los hombros hasta las uñas de los dedos diseccionando el movimiento para realizar el manejo de balón como convenga en cada momento. Técnica de transmisión y recepción. Táctica de defensa, placaje, apoyos, pero sobre todo, atención personalizada para saber que es lo que tenemos que enseñar o potenciar los valores que el jugador ya tiene. Que no vale el café para todos. Y no nos digan que no se puede hacer. Eso es menospreciar la capacidad de nuestros jugadores. No digo que todos sirvan para jugar al rugby, pero sí un 90%. Hace falta saber motivar y enseñar. Y eso es cosa de entrenadores.

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