¿A qué estamos jugando?

Nos referimos al juego que el rugby actual nos ofrece. R.T. ha reclamado en anteriores artículos la rigidez de los esquemas de juego que los entrenadores actuales, en general, aplican, y nos animamos a insistir porque hemos constatado que hay mas gente, que tiene motivos para entender de rugby, y que piensa como nosotros de los jugadores y de los técnicos.
Voy a poner dos ejemplos recientes, aunque como podrán suponer no son los únicos. De hecho, estamos seguros de que algunos lectores de R.T. pensarán igual o que el presente artículo les hará planteárselo, que es de lo que se trata. De crear opinión.
Coincidimos en un bar del barrio con un ex campeón europeo de judo, un ex jugador del Aviron Bayonnais, y el actual presidente del Brive, equipo del Top l4 francés. El judoka era un invitado de piedra, aunque es un gran aficionado y tiene criterio. El ex jugador no quería saber nada de ir al Jean Dauger (campo del Baiona), y mucho menos a Aguilera (campo del Biarritz), porque está escandalizado del descenso de calidad del rugby francés. Que se distribuye entre el juego de burros y el de funcionarios, según él. Unos a chocar, sin criterio, y los otros a cumplir con la táctica. Sin más. Sin intentar crear una jugada que sorprenda. Y me ponía ejemplos que conozco y comparto, pero yo echándole el freno porque me pareció un poco radical. ¿Y el presidente? Escuchaba con su gin-tonic y pidiendo acompañarle en unas canciones “de casa”. Joder, como se lo estaba pasando, entre “el sople”, las “canturriadas” y lo que decía el cabreado “ex” de el rugby que él representaba. Al final se metió en harina y soltó ¡Joder si “soltó”! Pero no de la forma de jugar, que daba la sensación de que “pasaba” bastante, sino del mundo del dinero en el Top l4, de los enormes problemas que se están creando y de la traumática forma económico/fiscal que augura para salir de ella, salvo que las multinacionales a través del gran patrocinio, o las operaciones inmobiliarias encubiertas o protegidas, les saquen del atolladero económico. Y sabía de lo que hablaba, y de cuánto había aportado personalmente a Brive, que podemos decir que ha sido una pasta. En realidad es Presidente de Brive, por eso. El anterior había puesto doce veces menos que él.
Pero bueno, como habíamos dicho, lo que menos le importaba era la forma de jugar. Aquí de lo que se trata es de ganar o puntuar. Ya jugaremos en los amistosos, decía.
¿Y yo, qué …?. Pues que con el juego actual faltan pilieres y segundas. Segundas siempre han faltado, porque es un puesto clave en el juego de delantera de toda la vida, pero pilieres ha habido siempre. A un tío fuerte y con peso le ponías en la primera línea, y a empujar y que no te echen para atrás. Ya jugarán los demás. Ahora tienen que hacer eso mismo, adaptarse a las complicadas jugadas de touche, levantar al saltador, entrar en los “rucks”, con el desgaste físico que ello supone por el continuo cambio de ritmo en un organismo al que se le exige peso (o sobrepeso), y con el riesgo añadido QUE YA SE EMPIEZA A PRESENTAR de las lesiones en hombros, cuello y cervicales. De hecho, antes con dos pilieres hacías el partido, aunque hubiese más de treinta melees. Ahora con cuatro no haces, a veces. Y para tener cuatro disponibles de nivel, necesitas un mínimo de seis en la plantilla. Y son casi los más cotizados, con lo que echar cuentas en las competiciones altas. Y hablamos solo de los pilieres, no de los talonadores, que esa es otra. Ahora tienen un protagonismo mayor que antes en la estrategia de las jugadas. Por eso hay crisis mundial. Y por eso en Australia y Nueva Zelanda empiezan (Super XIV) a cambiar radicalmente la forma de jugar, pero ese tema lo abordaremos en otro artículo.
Volvamos a nuestro rugby, al gipuzkoano. Prescindimos, de momento, de la preparación física. Que también será objeto de otro artículo, a ver si entre todos avanzamos un poco también en este aspecto esencial del rugby.
La tendencia casi general es jugar teniendo en cuenta nuestros recursos, y en base a elaborar nuestras jugadas y nuestra táctica de juego. Todo ello antes del partido. Algunos entrenadores tienen en cuenta la climatología (no solo el viento), los menos, el árbitro (que esa es otra), porque cada uno pita de una forma. Y decimos pitar, porque juzgar las fases del juego ni se cuenta. Y ya, algún avispado observa al equipo contrario en el calentamiento, el número de jugadores “y su aspecto” y otros detalles que luego resultan decisivos para la toma de decisiones.
Empieza el partido y vamos a lo nuestro, a nuestro juego. Pero el balón lo tienen casi siempre los contrarios. ¡Coño, con eso no habíamos contado! Y el equipo que parece un pulpo en un garaje. Antes el Capitán sabía leer cómo iba el juego, y daba instrucciones sobre la marcha. Por eso era el Capitán, porque tenía capacidad intelectual para el juego, y había sido aceptado por todos, no impuesto. Y casi nunca era el mejor jugador. Pero la gente se adaptaba a la situación. Ahora prácticamente no existen capitanes, porque eso también tiene un componente formativo, además de las condiciones naturales para el liderazgo. Han sido sustituidos por el entrenador, que por lo que nosotros observamos, en la mayor parte de los partidos es ineficaz. Y no siempre porque no se dan cuenta o no saben reaccionar, sino porque la comunicación no llega al jugador. Es más eficaz el cauce del Capitán. Voy a poner un ejemplo que me pasó a mí, como entrenador. Estábamos jugando en Zarautz y se pitó un golpe de castigo y pedí palos al Capitán. El quería jugar a la mano, y yo, como era un cabezón, insistí. Tiramos, metimos y empatamos el partido. Después comentamos la jugada y el Capitán me dijo: Luis Mari, ¡estaban muertos…! Hubiésemos pasado por encima y ganado el partido. Yo recibí una cura de humildad y no volví a discutir a un Capitán. Hay que buscar personas con capacidad de liderazgo. Y no uno, sino dos, si es posible. Uno en la delantera o medio de melée. Y otro en la línea o atrás, que es el que mejor ve el partido y al equipo contrario.
Otra cosa que sorprende. La línea de tres cuartos adopta siempre la misma inclinación en ataque, y todos los contrarios son diferentes. ¿Por qué? Si queremos romper una defensa presionante, tenemos que cambiar el ángulo y romper la defensa con el pié o jugando a la mano sin “saltos” absurdos y permitiendo la llegada de los flankers, del back intercalándose y abriendo el campo. Bueno, con decir que los contrarios “estaban encima” y placaban bien, nos justificamos. Señores entrenadores, señores jugadores, el rugby es para inteligentes, y se supone que las personas que formais estos colectivos tenéis un coeficiente intelectual más que suficiente para interpretar adecuadamente (si las fuerzas acompañan) los conceptos y las reglas del rugby. ¡Y aplicarlas! Que cuando vamos a ver un partido, a los veinte minutos ya estamos diciendo: esta película ya la he visto. Tío que coge un balón, y sin pensárselo más, a chocar con el primer contrario que encuentra. Hace unos días salía un reportaje en Noticias de Gipúzkoa con motivo de la organización del Cincuentenario del rugby en Gipúzkoa, y uno de los compañeros, Manolo Castillo, recordaba un axioma: “el rugby no nació para contactar, sino para escapar del contacto”. Demoledor. Ya sabemos que la frase no es de él, pero conviene recordarlo de vez en cuando, y con todas las matizaciones que se quieran hacer, es una verdad como el Txindoki. Y otra que me decía hace unos veinta o treinta años el gran “Chufo” Bueno. “Luis Mari, el rugby no ha cambiado nada. Sigue siendo conseguir el dos contra uno”. ¿O no? Porque “Chufo”, para mi el mejor jugador que ha dado Hegoalde en su historia, de rugby, sabía algo.
No decimos con cuanto antecede que no existan matices diferenciados, y que todo no se reduce a dos comentarios o frases lapidarias, pero estamos convencidos de que contiene cosas que merece la pena analizar. Si de ello se da algún paso adelante en nuestro rugby, nos damos por satisfechos. No buscamos que nos den la razón. Sólo que cada uno reflexione. Porque el rugby gipuzkoano actual, es como diría el otro, manifiestamente mejorable. Saludos para todos.