Sub-23

Es la expresión/demostración de un auténtico y eficaz trabajo de cantera en los ciclos de cinco años que deberían planificarse deportivamente por las instituciones de rugby, clubs, o federaciones.
También es garantía de continuidad del primer equipo, sirve de estímulo para los titulares “senior” del mismo. Y de equilibrio económico ante la tesorería del club, que no necesita estar mirando constantemente a la cantera del vecino, o al “mercado” internacional que cada vez nos proporciona más medianías, aunque un poco más experimentados que los que hay por aquí. Pero nada para enseñar.
Creemos innecesario insistir en las ventajas de disponer de un equipo Sub-23, pero actualmente, en nuestro rugby, tiene muchos inconvenientes que vamos a intentar exponer, para discusión y análisis de técnicos, directivos y demás personas que participan en el desarrollo del rugby, y que no juegan.
Nuestro subdesarrollo no ha permitido hasta la fecha convocar competiciones de esta categoría, Sub – 23, ni tan siquiera de una más asequible y necesaria competición Sub – 2l., y creemos que no es culpa de nadie, pero tratamos de solucionar esta carencia o necesidad.
Las federaciones tienen que desarrollar esta iniciativa, porque son los que mejor lo pueden hacer. Instalar en nuestro rugby la cultura Sub, convocando selecciones regionales de Sub – 2l (con dos o tres Sub – 23, y de Sub – 23, con dos o tres “mayores”. Se puede plantear por parte de las territoriales, a la FER para una mejor coordinación. No tiene porqué ser oficial en una primera fase, pero si facilitar los encuentros (arbitrajes …) entre territoriales. Los partidos serían de ida-vuelta en las fechas libres (Selección …), pagándose, en principio cada uno sus gastos de alojamiento y desplazamiento, y al árbitro, el Colegio o la Territorial, y en última instancia, el club receptor, pero siempre con un trato de discriminación positiva..
El párrafo anterior es perfectamente asumible, y hasta agradable de realizar, y diría más, hasta der sponsorizar, pues estos equipos ofrecen ilusión y futuro, además de rugby, y tampoco hablaríamos de cifras asustantes.
El gran problema de nuestro rugby, no es la economía de los clubs, aunque sea el que más aparece de forma cotidiana. Nuestro problema es la gran deserción de los jugadores de dieciocho-veinte años, echando por la borda de estribor el trabajo, la ilusión y el dinero de técnicos, directivos, clubs e instituciones. Muchos, dejan totalmente cuando terminan juveniles, y el resto continua, dando prioridad (lógicamente) a sus carreras universitarias, compromisos laborales, etc., y con la excepción de unos pocos, continúan en el rugby como mantenimiento físico y por el agradable ambiente.
El problema es cómo hacer de “esos pocos”, “unos muchos”, y “rentabilizar” los esfuerzos de formación.
Los problemas de estudios y laborales han estado siempre y seguirán estando, aquí, y en todos los paises de rugby subdesarrollado (ojo) de nuestro entorno, para no liarnos con hemisferios. Hablamos de Portugal, de Bélgica (que está trabajando de cine por abajo), de Italia (que estaba a nuestra altura antes de aparecer Kirwan y cía. por allí ,,,) y ojito con Alemania y Holanda, a los que siempre hemos mirado por encima del hombro. ¿Qué nos queda? Evolucionar.Y además sin demora.
Y en este campo de la innovación, ¿qué aportan las territoriales? NADA. Trabajan igual que hace veinte o treinta años, organizando “de oficio” las mismas competiciones y a veces, por las mismas personas.. Y pueden. Buscando puntos de interés común (el lenguaje del rugby ¿es internacional?), y proponiéndolo a la FER, o actuando por su cuenta o mancomunadamente, etc. etc., teniendo en cuenta que no se trata de colocar un títere en la FER cada cuatro años que se trague los marrones, pero que no moleste. O sea, no tocar el Reino de Taifas en el que se han convertido las territoriales, y sobre las cuales, empezando por la nuestra, habría que conocer unas cuentas que hasta ahora son casi crípticas, aunque por un resquicio ha salido la “cifra de facturación presunta”, que parece que ronda los 65O.OOO,- Euros anuales, que para el rugby que tenemos, es una pasta.
Por eso insistimos en que la cultura Sub – 2l /23 la tiene que difundir la federación autonómica, que es (en nuestra opinión), quien tiene o puede conseguir con más facilidad los medios económicos necesarios para esta fase.
Un equipo Sub – 2l podría mantener con ilusión en el rugby en el período de transición l8-2l años, y un un Sub-23 es un antídoto para la bancarrota que se anuncia, unos porque gastan lo que no tienen, y otros porque malgastan lo que consiguen. Cuando lleguen los problemas, cada culpable escapará hacia un lado, pero el Sub-23 seguirá ahí, para mantener la dignidad deportiva del club. Porque están técnica y físicamente preparados para la competición senior. Esas son las reservas verdaderas del club. Mientras tanto, a creerse el proyecto, y a pensar como mejorarlo. Esto es solo una sugerencia, pero se nos quedan un montón de ideas aplicables a la misma.. Y es que, el día que consigamos tres equipos Sub-23 en Gipuzkoa, habremos abierto la puerta al desarrollo de nuestro rugby. Y si no avanzamos, vamos para atrás. No tenemos más que mirar alrededor, y comprobar los resultados de nuestros Infantiles, Cadetes y Juveniles en los campeonatos estatales del pasado año. ¡Ah! Y el nivel de sus educadores-entrenadores. Que en algunos casos son de llorar, cuando los mejores tendrían que estar en esas categorías. Pero esa es otro de nuestros problemas. Montamos un cursillo “como en Irlanda”, y creemos conseguir los técnicos como ellos. ¿Pero es que todo el mundo vale para entrenador de rugby? ¿Dónde está la capacitación intelectual previa para asimilar y procesar mentalmente la enseñanza impartida? Tiene tela …