A ver si podemos copiar algo

Está claro que intentar extrapolar la técnica. ritmo, etc. de un Nueva Zelanda-Suráfrica a estas latitudes, es una quimera, o sea, un bonito deseo, pero inalcanzable. Ya es un gran espectáculo poder admirarlo a través audiovisual. No digamos en directo. Eso es el Edén. Que por cierto, hemos estado en el Eden Park, de Auckland (N.Z.) presenciando Rugby Super XII, y es otro concepto de emplazar y adornar las instalaciones con naturaleza bella y exuberante, así como la comodidad y seguridad dentro de los estadios (Wellington, Hamilton, Rotorua, Wangarei (modernizado), etc., un modelo de lo que nuestras industrias empiezan a casi implorar: la fidelización de la clientela, en este caso, los espectadores. Y son asiduos, tranquilos, entendidos, pueden ir en familia porque no existen esos gritos malsonantes contra el árbitro ni contra el equipo contrario, pues tanto éste, como los aficionados del equipo que juega con el de casa, son invitados y bien recibidos. Aquí, cualquier mindundi sin pajolera idea de rugby, y menos de comportamiento social, se pone a gritar reclamando al árbitro hasta cuando aplica debidamente la ley de la ventaja. Y eso lo oímos y lo sufrimos porque es de vergüenza ajena, en nuestros campos de Gipúzkoa. En todos. Y podríamos dar hasta los nombres de algunos, que van de entendidos (alguno exárbitro). Pero así se sienten importantes. Bueno, no es un tributo caro, pero sí antiestético, un mal ejemplo que ahuyenta a algunos espectadores que pensaban que el rugby era diferente, y resulta que somos como todos. Unos forofos. Naturalmente, la mayoría de los que asistimos a los campos de rugby gipuzkoanos, somos educados, condescendientes (a veces sonreímos las chorradas), y bastante entendidos, pero los que hacen ruido parecen mayoría. Y ahí volvemos a la fidelización indispensable en nuestro deporte, igual que en nuestras empresas. Con la excepción de Altamira (Trevijano era otra cosa), en los demás campos casi siempre estamos los mismos románticos que siempre disfrutamos de algo. Si no es del juego, nos consolamos con el resultado favorable a “nuestro” equipo (que no siempre es el local). Si el resultado no ha sido favorable, nos conformamos y estamos orgullosos con la actitud de los jugadores. Además siempre encuentras algún amigo con el que puedes cambiar impresiones antes, durante y después del partido, ejercicio mental muy saludable si se hace de forma educada y distendida. No hace falta estar de acuerdo. Y vuelves del campo pensando en el próximo partido, con la predisposición de aprender disfrutando de esos pequeños detalles técnicos del jugador debutante, comprensivo con sus errores y orgulloso del ejemplo de los más veteranos que mantienen la responsabilidad del peso del partido dando la cara y todo lo que tienen. Si te gusta el rugby, siempre disfrutas. El problema, insistiendo en la fidelización, es que cuando el rugby convoca miles de espectadores puntualmente (Landare, Miniestadio Anoeta, etc.), el ochenta por ciento de esos espectadores no vuelve. ¿Se imaginan las recaudaciones de una temporada con asistencias como el Bera Bera-Ordizia de hace dos temporadas, o del Hernani-Cisneros de la pasada?. Echen cuentas, y luego nos cuentan que estamos en crisis. La entrada de rugby (cuando se cobra), no es cara. Lo que resulta caro es el espectáculo que se da, sobre todo para ese ochenta por ciento, que no vuelve. En Londres, por poner un ejemplo cercano, por ocho o diez libras entras en un estadio con todas las comodidades, y te proporcionan un espectáculo sensacional. Nosotros no tenemos jugadores para hacer algo parecido, pero el problema es que tampoco lo intentamos. La técnica que se enseña en los entrenamientos de los equipos es horrorosa. No hemos visto los entrenamientos de todos, pero si se juega como se entrena, entonces hemos visto todos ellos. Nos gusta ir a los partidos con tiempo para ver el calentamiento, puede ser bastante revelador sobre la posibilidad de acierto o error en las jugadas del partido. Ensayan touches o saques de lateral, sin contrario. Pues el saltador las recibe el balón a altura del pecho, cuando la tiene que recibir mirando hacia arriba para evitar la fácil intercepción por el contrario. Los balones van lentos, cuando el saltador lleva diez minutos arriba. No se trabaja ni un solo agrupamiento para aprovechar una touche a diez o quince metros y transformarla en “maul”. Jugada, por cierto, con la que vivió media temporada pasada el Hernani, que lo hacía estupendamente. Hasta que los contrarios se dieron cuenta, como el Ciencias de Sevilla en el partido exiliado de Anoeta. Pero a diez metros de marca es muy difícil pararla cuando el paquete es compacto y entrenado. Pues en lugar de hacer eso, desde tres metros de altura con el balón perfectamente dominado, se transmite al medio de melée sin presión alguna ni concentración de contrarios. Y el Entrenador se supone que mirando. Si miramos a la línea, es de llorar. Sin presión, y no dan un pase bueno. Indefectiblemente hacen levantar los brazos como mínimo a la altura del pecho, y en todos los casos resta velocidad a la carrera. Y el Entrenador se supone que mirando, pero como el de delantera, callado. Suponemos que además, satisfecho. Balones con el pie, en carrera, ni uno. Ni por arriba, ni por abajo. Ni largos ni cortos. Es abracadabrante. Con lo fácil que es, para el que sabe. Pero aquí llega otra, ¿saben transmitir los conocimientos? ¿tienen capacidad para entrenar ,IRBs incluidos? Porque son dudas razonables. Y no hablamos de forma de jugar, planos y de piñón fijo. Un pequeño detalle del reciente Sudáfrica-Nueva Zelanda. Primer ensayo de NZ. Asistencia a diez metros de marca del Tercera Kieran Read. Ensayo Springbok. Perforación hacia el segundo centro del Tercera Vermeulen y asistencia perfecta a Bryan Havanna. Siguiente ensayo sudafricano. Impresionante cambio de ritmo del “blindside” (6) surafricano en la línea contraria de cuarenta, asistencia a Bryan Havanna y perfecto golpe de pié del Ala cayendo en la línea de ensayo. Ensayo All Black. Dos percusiones con metros del cuatro y el cinco en los treinta metros contrarios, y el Tercera Lia Messan marca casi bajo palos. Siguiente ensayo AB. El Tercera y Capitán Kieran Read atrae a dos contrarios y pasa el balón a Savea, que saca el turbo y marca. La pregunta es: ¿dónde está en nuestros equipos la tercera línea?. De hecho, ¿hay juego de tercera línea en nuestros equipos? Habría que ver qué jugadas se ensayan, para qué circunstancias de juego , qué jugadores intervienen, y cuántas veces se ensayan. Qué diferencia a un blindside (6) de un openside(7), siendo ambos especialistas pero con cometidos muy diferentes. Si no llevasen número, ¿se distinguiría quien es “6” u “7”. Pues hace unos años sí. Si nos proponemos mejorar el espectáculo, aunque no seamos profesionales, conseguiremos adeptos y los fidelizaremos, convirtiéndolos en asiduos espectadores, socios o directivos, pero en todos los casos, simpatizantes de nuestro deporte que llegaría de esta forma a todos los estamentos de nuestra sociedad. Porque aficionados o profesionales, el rugby necesita dinero y prestigio. Y en la semi-clandestinidad no lo vamos a conseguir.

Silencio cómplice o inútil

No es la primera vez que opinamos sobre el silencio que preside todo lo que afecta a nuestro rugby, positivo y negativo, y tenemos que insistir nuevamente. Es de psicoanálisis cuando se trata de ocultar verdades sobre errores cometidos y tontamente ocultados. Y lo calificamos así, porque cuando al final sale a la opinión pública, llega deformado y entonces sí, da pábulo a que cada uno haga su interpretación personal, y ya sabemos cómo somos. Tendemos (y esto es estadísticamente demostrable), a deducir la parte oscura. Esto se debe a que nuestro rugby está dirigido en un amplio porcentaje por los mismos directivos en casi todos los equipos durante muchos años. Y patrimonializan las entidades y los acontecimientos que ocurren, administrando la información, restringiendo al máximo su divulgación. Estamos escribiendo sobre lo negativo, pero también sobre lo positivo que todos ellos hacen con indudable generosidad social. Sobre esto último, ni duda. Pero la falta de crítica deforma su gestión, de forma que, sobre cualquier controversia molesta, y casi siempre, y como máximo, contestan con un desabrido “qué sabrás tú ….”, ó el típico “si eres tan listo porqué no lo haces tú …”. Yo lo tengo fácil. He pasado por todo lo que se puede ser en rugby. Presidente, Vicepresidente, Seleccionador, Entrenador, Arbitro, Jugador, Comodín, Espectador, Colaborador de Prensa y ahora, Criticón. Y supongo, nó, estoy seguro porque me acuerdo, de errores cometidos, pero nunca ocultados, porque siempre he hecho las cosas con la mejor voluntad y con la bendita imperfección humana. Y llegando al análisis operativo, entendemos que lo que ocurre en una entidad pública, o público/privada, como es el caso, la información veraz, honesta y puntual, descarga y exime de responsabilidades, abre una fuente de colaboraciones y ayudas que pueden contribuir sin esfuerzo para ellos porque están en el momento y lugar adecuados, a resolver los problemas o planteamientos por personas que han pasado por el rugby, o simplemente con sensibilidad social por la indudable aportación que el rugby hace en el aspecto formativo de las personas. Pero nosotros, dulcemente aislados y con un cierto tinte masoquista de queja constante, porque nos encontramos siempre los mismos. Primero. Os encontráis solos, porque no solicitáis ayuda. Porque no trabajáis la sucesión, como se trabaja en los equipos de vuestros clubs. Porque despreciáis la inmensa colaboración de los familiares y amigos de los jugadores, sobre todo los más jóvenes, que sólo tienen responsabilidades. Ahí tenéis un filón. Pero con las responsabilidades, hay que dar atribuciones, y aquí damos con uno de los problemas. Si hay un grupo de apoyo en cada categoría, hay que dar información, no sólo la que afecta a la categoría en cuestión, sino a los proyectos, inquietudes o problemas que se pueden plantear a corto y medio plazo. Por ejemplo, y para empezar a lo bestia, nos hace falta otro campo de rugby para formación. Y no damos con la tecla. Y te viene el aita o la amatxo de un jugador de la Eskola, y te proporciona el contacto que te puede facilitar la solución. Esto lo hemos vivido. Como hemos vivido el terror que tienen algunos directivos, como el club de rugby teóricamente más importante de Gipuzkoa (el único que tiene campo propio), a proporcionar datos de cualquier índole, sin manipular. Por tanto, el silencio y la ocultación o manipulación tendenciosa de los datos, es uno de los aspectos más determinantes para que cada vez sean menos los directivos. Y la eternización rutiniza a los caciques impidiendo (como ya se ha visto aquí durante muchísimos años a nivel de club y de federación), la innovación, y la actualización con la evolución de los tiempos. Venimos haciendo las cosas igual (o peor) que hace cuarenta años. Con crisis o sin ella. Dilapidando algo tan costoso, como el tiempo. Como una pequeña muestra, Rugby Times planteó a nuestras federaciones contemplar un Plan “B” (siempre hay que tener un plan “B”, por lo menos), para refundar nuestras competiciones dotándoles de facilidad y economía en los desplazamientos, estimular a las aficiones, facilitar la gestión de los clubs, y situación favorable para captar ingresos económicos típicos y atípicos. Pues después de tres años (está en este blog), han sido los clubs y sus circunstancias, los que se han visto obligados a hacerlo. Nos referimos a las renuncias a jugar la Primera Nacional de todos los equipos gipuzkoanos, bizkainos y nabarros. Formando una Regional fuerte, atractiva y económicamente viable. Pero no deja de ser una aproximación forzada, y por tanto, manifiestamente mejorable. En nuestra opinión, ya expresada pero reiterada, hay que profundizar esta situación dotándola de contenido atractivo en los campos, deportivo, social, económico, institucional y publicitario. Cualquier persona con inquietud hacia el rugby haciendo uso de sus facultades intelectuales e imaginativas, encontrará caminos y soluciones. Nosotros, como siempre, estamos para lo que haga falta y seamos capaces. Por nuestro Rugby.

Asi, a ninguna parte

Nuestro rugby está en un momento delicado, tirando a malo, y nos desayunamos con la reclamación del Hernani en el último derby contra Ordizia, alegando alineación indebida por no tener 11 seleccionables en el campo el equipo de casa, con la entrada de Thomas Hearne. Primero: Thomas lleva un carro de tiempo viviendo en Ordizia, está casado con una ordiziarra, no es un jugador determinante en el juego ni en el resultado, y no nos extrañaría que dentro de un par de años jugase en el equipo de veteranos de Ordizia. Segundo: La filosofía de Hernani no se reduce a jugar con gente de casa, sino a difundir los valores del rugby por donde pase. Tiene una imagen de equipo deportivo, combativo y noble, y ha aguantado putadas como el exilio de su mejor equipo juvenil en bloque al Atlético San Sebastian, en una de las operaciones más innobles que hemos conocido, y mantuvo el tipo en silencio, trabajó como siempre hasta conseguir con los años reponer el nivel de calidad de sus juveniles, y no escribió ni una nota de queja por la actitud del mencionado club. Así está el Hernani, y así el At. Sn.Sn., a punto de desaparecer su sección de rugby. Podríamos contar muchas más cosas buenas hechas por ellos a favor del rugby, en general. Su actitud siempre ha sido de colaboración incondicional con todos los equipos en dificultades, por eso nos ha dejado a cuadros su actitud intentando ganar un partido en los despachos. No es el Hernani que nosotros conocemos. Ni aunque tuviesen razón legal y moral. Simplemente por higiene mental. Si nosotros hubiésemos hecho la impugnación, (que nunca se nos ha pasado por la cabeza en nuestra dilatada vida en el rugby), enviaríamos una carta de disculpa a Ordizia Rugby Elkartea reconociendo el error, y reconduciría las excelentes relaciones que siempre, y todavía mejores últimamente, entre los clubs y las aficiones. Un error reconocido se acepta siempre, sobre todo teniendo en cuenta su levedad, al anunciar que, en caso de no admitir en primera instancia la reclamación, no recurrirían. Alguien se ha equivocado, y otros han mirado para otro lado, en lugar de ser críticos con algo tan delicado. Y decimos cuanto antes, si es que no lo han hecho ya, porque la afición ofendida está pidiendo guerra, o sea, meter cien puntos en Landare, mejor que cuarenta. Ya sabemos que es una chorrada, porque los partidos no se ganan en el autobús, pero también un síntoma, ya que las sensibilidades son variadas y también frágiles para cambiar de actitud. Antes de empezar a escribir sabíamos que la FER había rechazado y archivado la reclamación de Hernani, pero el texto lo teníamos “in mente” desde el día siguiente al partido, y no lo hemos escrito antes, para no crispar el ambiente. Por otra parte, entendemos que sigue de plena vigencia y conviene que todos nuestros clubs lo tengan en cuenta. Un partido es solo eso, pero unas relaciones y una imagen, cuestan mucho conseguir. Aparte de quedar en ridículo. Para nosotros Hearne es un ejemplo de rugbyman, no va de figura, es honesto, está en el equipo para lo que haga falta, y lo más importante y difícil, está plenamente integrado en la sociedad de Ordizia. Por tanto, para nosotros, sin perder el orgullo de su origen galés, es un ordiziarra mas. Y punto. El caso del samoano, hoy por hoy, es distinto. Ojalá podamos decir dentro de tres o cuatro años lo mismo que de Thomas. Pero ni así hubiésemos reclamado. Ordizia es mejor que Hernani en el terreno. Por las causas que todos conocemos, de acuerdo. Pero es mejor. En Altamira, en Landare y en Chapultepec. Joder, un poquito de lo que hay que tener, que estamos peleando por la unidad de nuestro rugby, que es la única posibilidad de salir todos adelante.