Después de “vivir” varios deportes colectivos, nos inclinamos por practicar rugby, cuando se empezaba a entrenar en Donostia, y estuvimos un año entrenando muy duramente hasta que jugamos el primer partido amistoso contra Saint Jean de Luz Olympique (S.J.L.O.), en Anoeta, que nos ganaron (nosotros no perdemos) 24-0.
Y ahí empezó para mí el primer Tercer Tiempo. Un hallazgo. ¿Qué digo? ¡Un descubrimiento! Que después de jugar un partido de contacto constante, duro, cuerpo a cuerpo, te encuentres de nuevo con los contrarios y juntos comer, beber y cantar, no lo había visto nunca. Tenía la experiencia del fútbol, y siempre había algún roce. Después de ducharte el contrario te miraba esquinado y oías “cuando juguemos en casa te vas enterar” y cosas peores. Tenían una parcela mental reservada con animosidad hacia el contrario, el enemigo (ni agua) hasta el siguiente partido. ¡Qué desperdicio!
¿Y los psicólogos deportivos? Bueno, entonces (1960) no había casi psicólogos y menos en el deporte. Pero ahora que los chavales deportistas que sobresalen un poco están sobreprotegidos y mimados como caballos de carreras, introducir el Tercer Tiempo en sus relaciones deportivas tendría un caudal de efectos benéficos, psíquicos y sociales. Eliminando toxinas mentales, contribuyendo a la estabilidad emocional y a establecer vínculos sociales y de amistad con los compañeros de competición deportiva.
Pero el Tercer Tiempo en nuestro rugby gipuzkoano, ha seguido el mismo declive que el del terreno de juego. Ha perdido calidad. Ha perdido Espíritu de Rugby. Y nosotros, los que nos hemos beneficiado de las ventajas de su práctica integral, disfrutando como enanos y estableciendo relaciones de hermandad y amistad que todavía duran después de cincuenta años, estamos en la obligación de intentar reinstaurar el espíritu del Tercer Tiempo.
Por eso voy a relatar algunas de las formas y actuaciones del Tercer Tiempo en varios equipos que hemos conocido en esta faceta, y nos imaginamos que los demás equipos andarían parecido.
Te duchabas y cualquiera (no había formalismos), pero normalmente el que hacía de Delegado, se metía en el autobús del equipo contrario, y les llevaba al bar donde se iba a celebrar el Tercer Tiempo (que pagábamos a escote los de casa), y allí empezaba el asunto. Se elegía (mal) a uno que hablase un poquito bien, y se largaba un discurso poniendo por las nubes al equipo visitante, a su localidad de origen, a los lazos de amistad entre nosotros y ellos, y a lo majas que eran sus suegras. Lo mismo por parte de los visitantes, ante la impaciencia general mirando los pintxos de tortilla, y al final con una cerrada ovación atacábamos toda clase de sólidos de encima de las mesas y a continuación los líquidos. Con el cuerpo mejorado empezábamos a hablar con los visitantes, con los que nos mezclábamos antes de empezar, y siempre había alguno que hablaba castellano o nosotros francés (ingleses todavía no venían) haciendo “mestizaje”.
Y en cinco minutos atacábamos alguna canción. Aquí había especialistas que siempre cantábamos la misma. Como en la Sociedad, que hay cocineros de un solo plato, pero lo bordan. Luego le dices que hagan unas anchoas y no saben. Pues eso. Había entonces un chaval (el primer internacional Sub 2l que tuvimos), que todavía anda dando guerra por Donosti, Tochan Del Valle (no hay un pequeño bueno), que empezaba: “Que chante Emilio, que chante Emilio. Y Emilio, un chaval guapito y granaino donostiarra, haciéndose el estrecho, “que estoy mal de la garganta, que ayer estuve de juerga…”, pero el insistente Tochan lo plantaba en el escenario. Y el Emilio se ponía a cantar “Una paloma blanca, como la nieveeeee” y nosotros descojonándonos y diciéndole lo que os imagináis, pero Emilio inasequible al desaliento, terminaba la canción con pundonor, y los franceses como eso del flamencó les iba por el exotismo, pues ovación cerrada para Emilio. A este no le cabía nada por ahí. Y el cabrón (perdón) de Tochan, al lado calentándole y animando a los franceses, ootrá, ootrá. Y Emilio de nuevo haciéndose rogar, pero al escenario (o sea, el puto suelo). La otra del repertorio era Granada, que eso ya era la rehostia, porque lo cantaba Luis Mariano en Francia, y era famosísimo. Y Emilio, con poderío,” Granada, tierra soñada por miiiií” Esta ya lo bordaba, aunque siempre le salía algún gallo cuando subía, pero eso le pasaba a los mejores. Total, ovación general y Emilio siempre salía a hombros por la puerta grande (de la tasca). A continuación lo típico, para no cansar al auditorio, y para lucirnos (hay que decirlo todo), atacábamos (pero no la ejecutábamos), el “Boga Boga”. No fallábamos nunca. Impresionante. Tododios acojonado. ¡Qué voces, qué empaste!. Lo dicho, impresionante. Ya habíamos igualado el partido, y los franceses acojonados con la siguiente, que solía ser “La Cirila” (dirigida por el que suscribe, que no se hacía el estrecho, porque no servía para nada).”Soy el Corneta, de mas pupila …” A todo esto con Coro y Coreografía. Todo el equipo en el escenario moviéndose y cantando el estribillo “Ven, Cirila, veeen..” y en plan desfile con estilazo. A todo esto los franceses ya daban por perdido el partido, después de meternos cinco ensayos. Y encima todavía les regalábamos con dos o tres como “Qué tío, vaya pelotas…” y alguna otra por el estilo. Total, partido chupado, impresión buena, ¡qué digo buena!, co-jo-nu-da. Y claro, invitación para jugar echando leches en su casa. Nos volvían a dar la pasada en el campo, y les pasábamos por la piedra en el Tercer Tiempo. Pero nos trataban a Cuerpo de Rey. En La Becasse, de San Juan de Luz salían las angulas por las orejas, y en el Casino Bellevue, de Biarritz fardando como para contar a los nietos. Langosta… y una ficha para jugar al chemin-de fer, baccará, ruleta …
Todos no tenían ese nivel, pero la generosidad era general, con lo que se podía, pero bien. Y nosotros dejábamos el pabellón alto y las puertas abiertas. Así estuvimos unos cuantos años siendo Rugby Club de Gipúzkoa , Vasconia y Atlético San Sebastián. Tuve la suerte y el honor de jugar/entrenar a la S.D. Anoeta. Casi toda gente de Amara. Lo mejor de cada casa, como se decía entonces, pero no los cambiaba por una selección mundial. ¡Qué casta! Dentro del campo temibles, pero en el Tercer Tiempo, el recopón. Aquí le “pegábamos” a “La Tía Mikaela”, “El Alcalde de Arrigorriaga”, “Al Uruguay yo no voy”, y en plan fino, boleritos sudamericanos iniciados por Mikel Ostolaza que era una cacho bestia físicamente hablando, y un poeta si entramos en un área espiritual. Cosas que tiene la vida. Aquí un recuerdo emocionado para una persona que nunca ha estado en una foto, y que ha hecho una labor social , diríamos que una pequeña ONG a la donostiarra, que fué Rafael Izaguirre Sanchotena, para nosotros,” El Tío Rafa”, aunque era más joven que yo. No he conocido en el rugby una persona que entendiese más y mejor de nuestro deporte. Y un cachondo impresionante. Va por ti, Rafa.
La S.D. Anoeta fue otro bastión del Tercer Tiempo, y unos embajadores donostiarras marca de la casa.
Otro equipo de leyenda en el Tercer Tiempo fue el Oargi Alaiki, posterior y hasta ahora, R.C. Irún. Nos acordamos de los hermanos Aizpúrua, de Jesús, Obelix, Alberdi y del resto, que marcaban en el Tercer Tiempo más que los All Blacks. ¡Qué cuadrilla! ¡Cuánta felicidad acumulada en un equipo! Hiciesen lo que hiciesen en el campo, eran un ejemplo de calidad de vida. ¡Qué gente más cojonuda.! ¡Qué alegría de vivir!
No hemos tenido oportunidad de ver a otros equipos en el Tercer Tiempo, pero nos imaginamos que los demás equipos gipuzkoanos andarían parecidos o más castas.
Pero alguien ha mixtificado y adulterado el contenido primigenio del Tercer Tiempo, y son los entrenadores de segunda generación y los directivos que han ignorado el sentido del mismo. Y ahora sacan unas mesas, algo para comer, mejor o peor, eso no se discute, cada equipo está en un lado, no se comenta nada, solo se come, y se bebe algo, el árbitro normalmente no está, los directivos cada uno por un lado, no se hace ni una risa si no es por la comida de la mesa, no se canta (porque no se sabe, porque no se enseña), la función social del rugby pierde entidad, el carácter lúdico no aparece, y las nuevas generaciones piensan que eso es el Tercer Tiempo.
Pues no, señores directivos. Señores entrenadores. Ustedes tienen el cometido de hacer agradable las horas que los jugadores (en este momento no hablamos de sus familiares) disfruten con la práctica social y deportiva que identifica el juego del rugby y sus normas, y entre ellas está el Tercer Tiempo. No vamos a decir que enseñar canciones sea igual que enseñar a pasar, pero se puede hacer una cosa y otra(s). Lo que no se puede ser en rugby es un TRISTE. Aquí, o te diviertes y diviertes, o no es tu deporte. Podremos entrar en toda clase de disquisiciones técnicas, que no es el caso. Lo que está claro, es que donde no hay mata, no hay patata. Aquí se plantea porqué una persona presta sus horas de ocio a un club para practicar un deporte. Y si no somos capaces de retener voluntariamente con estímulos lúdico/sociales, yo me borro. No hablamos de profesionalismo. Porque un estado de forma física sin mayores exigencias y con ninguna disciplina , me lo organizo personalmente o en un gimnasio, que aunque no sea la mejor solución, es muy cómoda.
Y no justificarse diciendo que el movimiento demográfico es pobre, cuando los pobres somos nosotros, que eliminamos los recursos como el chollo del TERCER TIEMPO.
Maitasunez Intza txikiarentzat!!!
Mercado Verano 2015/16
Hace 11 años