La calidad del juego en nuestro rugby

Nos gustaría decir que jugamos como Fiji o Samoa, pero caeríamos en el mismo error que algunos dirigentes del rugby gipuzkoano. Con los mismos jugadores que tenemos, para  no poner excusas, se puede jugar muchísimo mejor. Se trata de enseñar las diferentes técnicas del juego de rugby, empezando por enseñar el reglamento para sacar el máximo rendimiento a nuestras decisiones durante los partidos y entrenamientos. Y antes que alguno lo piense lo voy a decir yo, esto es una lección para los que no  saben. Nada de falsas modestias. Estamos viendo vídeos de partidos y entrenamientos de varios equipos gipuzkoanos, además de lo que apreciamos en directo, y comprendemos porqué no hay más espectadores. El balón se cae cada veinte segundos, se pasa a las nubes, no se placa, se agarra, y el portador del balón no es derribado, se tira al suelo en cuanto hay un contacto, y en algunos casos, antes, delante del contrario. No hay combatividad, no hay técnica de posesión, se lleva el balón del lado del contrario, en lugar del punto más lejano, en el contacto, con las dos manos, no hay salida de balón para el "off load" o continuidad después del contacto, no hay defensa del brazo sin balón, desconocemos las posibilidades del juego de pié, vamos andando a las melées desde el minuto uno del partido. salvo excepciones (Hernani ...), somos incapaces de formar un agrupamiento (maul ...) sin que se caiga en el primer metro, la técnica de recepción del balón es casi inexistente, es como coger un ramo de flores que te tiran al aire, y la transmisión no pasa de un golpe de antebrazos y a pié cambiado, para ver menos la zona de destino del balón y la posición del contrario. De la condición física de la mayor parte, para que vamos a hablar. En el momento que vemos un jugador bien preparado -como debían estar todos- destaca. Y no entramos en la condición atlética ni en el "café para todos", porque todos no tienen el mismo cometido en el juego, ni el mismo carácter ni condiciones raciales, porque ya hemos pasado por todo eso, y sabemos distinguir una persona de otra. Y más en rugby, que hacen falta muchos jugadores en entrenamiento, y admitimos todo lo que nos viene, con agrado. Y de todos, si los interesados ponen interés y presencia en los entrenamientos, se puede hacer jugadores competentes y que disfruten del juego del rugby y sus aportaciones sociales.

Pero para eso hacen falta personas de corte humanista, para la recepción, integración en el grupo y ambientación del mismo antes de salir a entrenar y jugar, y además, con conocimientos profundos y experiencia en el deporte del rugby, que le permitan diseccionar los movimientos técnicos de forma que los jugadores lo entiendan y pongan en práctica. Didáctica y comunicación son valorables, y no digamos pedagogía, pero por ese camino tendríamos problemas para encontrar educadores que sepan entrenar rugby. No pedimos tanto, pero sí que el que no sepa, admita que tiene que aprender. Y el que sabe, que quiera y pueda enseñar, que para eso no hace falta título IRB. Por cierto, si la Internacional Rugby Board no existe con tal denominación, ¿sirven los títulos IRB?. Porque por estas latitudes no han convalidado títulos oficiales con pliego y placa federativos,al incorporar nuevos textos en los cursos o cursillos modernos. Es como si a un árbitro le anulan el título y licencia porque cambia el reglamento y él ha aprobado con el vigente en su día. ¿Absurdo? Puedo dar fé personalmente, aunque no me ha afectado en la práctica, porque lo de la titulitis falla hasta en eso.

Y entramos en otra nebulosa. ¿Cuántos equipos senior tiene el rugby gipuzkoano? ¿Cuántos entrenadores "de fuera de nuestro rugby" entrenan a equipos senior? Los foráneos ¿entrenan a equipos femeninos y segundos equipos? ¿Porqué no? ¿Respondiéndonos a todos los interrogantes de este escrito, ¿hace falta convocar cursos de entrenadores sin equipos, o mejorar el nivel de los que ya existen? ¿Qué seguimiento se ha hecho de los últimos (y penúltimos)  titulados? A juzgar por lo que se ve en los partidos, NINGUNO. Yo me he ido recientemente la pasada temporada- de tres sesiones de entrenamiento en equipos distintos- triste y decepcionado. Entrenando así, no hay forma. Y a favor de los entrenadores, la escasísima asistencia. El ambiente, de funeral. Las formas, castrenses. O sea, ideal para no ir. Y estamos deseando ver cosas del color que nos gustan, para escribirlas en este blog, pero para eso ya estan por ahí, contando milongas. Y mira que lo sentimos, pero aquí, o nos enfrentamos a la verdad, o a reclamar al maestro armero. Y de cuanto antecede en este artículo, podemos dar pelos y señales, nombres, fechas y sitios. Porque es historia, no opinión. 

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