Ya son varias las veces que desde Rugby Times analizamos la situación de “las chavalas”, dicho con todo el cariño, y hemos presentado varias propuestas tendentes a mejorar la situación en la que se desarrolla su formación y competición.
Así, visto desde fuera, a peor. Dejó su equipo el ATSS (¡una más1), y afortunadamente el Hernani (¡una vez mas!), dio la talla y acogió el rugby femenino por primera vez en su historia. Llegará un momento en que el rugby femenino gipuzkoano llegará al nivel normal del rugby en Gipuzkoa, porque, no les quepa la menor duda a sus detractores y reticentes, que el futuro del deporte está en las mujeres. Nosotros no damos más de sí. Parece que sin extranjeros, no damos la talla (bendito Hernani), y eso cuesta pasta, y el rugby no tiene pasta porque no tiene equipos de gestión, no proyecta su imagen en los lugares y medios que deberían, por esa falta de visión. Y las chavalas lo están pagando. Juegan clandestinamente, no aparecen en los medios, necesitan los mejores entrenadores/formadores, masculinos o femeninos, con la sensibilidad necesaria, huyendo de prototipos machistas que los graciosetes de turno están intentando expandir, y por el contrario, desde las federaciones no proyectan un esfuerzo de discriminación positiva hacia el rugby femenino. Mejores competiciones, más atractivas, imaginativas, mas apoyo directivo, más y mejor ayuda técnica, árbitros femeninos, delegadas de equipo, presupuesto económico concreto (el que sea, de acuerdo con posibilidades), en clubs y federaciones. Luego veremos lo que el rugby femenino es capaz de generar a través de industrias, comercios y en instituciones públicas y privadas. La mujer mueve mucho dinero, y la mayor parte revierte en el deporte masculino. ¿Es justo? Ya sabemos que alguno va a pensar que si somos tan listos, no lo hacemos nosotros. Que no nos tiren de la tecla, que somos de respuesta rápida y mordaz. Entretanto, proponemos una vez más, que los que deben hacerlo LAS FEDERACIONES, convoquen un debate con la participación de todos los clubs de su jurisdicción y los voluntarios que permitan, como sería nuestro caso.
Estamos vendidos y rendidos ante el olimpismo con el Rugby a Siete (Seven), cuando este movimiento, que Pierre de Coubertin recuperó de los que se celebraban en la antigua Grecia, y con un espíritu similar, pero adaptado a las olimpiadas modernas, con el Citius, Altius, Fortius, colocado en la participación, antes que en el triunfo. Pero el espíritu deportivo ha sido sustituido por el mercantilista, así el Comité Olímpico Internacional amasa y dispone de cantidades ingentes de dinero, que solo con cuentagotas y una gran repercusión mediática, cuando lo hace, revierte en el deporte.
Pues en ese tinglado se nos mete nuestra Federación, potenciando el Seven (masculino), organizando competiciones artificiales que son lo que ha sido siempre por aquí el rugby a siete: Pachangas. Pero el Rugby no es el Balonmano, que de Once paso a Siete, y de jugarlo en campos de fútbol (como empezamos nosotros), paso a Sala Indoor . Nuestro deporte casi no permite movimientos reiterativos, como el mencionado, y todas las fases, tácticamente aplicadas y técnicamente bien jugadas que se practican en el rugby, tienen atractivo y hasta grupos partidarios especialistas en cada jugada, en el graderío. Aunque la esencia del rugby es el juego a la mano, una buena melée es épica, una buena touche, es estética, un buen maul es coordinación y astucia, un buen golpeo con el pié, es táctica inteligente, todo ello, naturalmente en sus momentos oportunos del juego, no a tontas y a locas, como ocurre con más frecuencia de la deseada, y destruye los encantos descritos.
Pues todo eso lo pueden hacer las chavalas. Con la particularidad de que hemos podido comprobar personalmente, que las mujeres en el deporte, al menos, son más constantes y consecuentes con el compromiso contraído con el club y con sus compañeras, que los chavales. Como de aquí a Lima. Y con ellas no hay que mencionar la palabra disciplina, que debería desterrarse del deporte, y sustituirla por compromiso. Ahí está todo resumido. A nadie se le obliga (suponemos) a entrenar y jugar, pero si se compromete, como en el resto de sus actividades y relaciones en su vida, debe ser consecuente. No sería malo invocar de vez en cuando principios éticos, que igual que las técnicas de respiración de yoga, duran para toda la vida. Es un regalo del rugby, para cuando lo deje. La ética y la salud. Tampoco está mal.
A propósito del rugby femenino y del rugby a siete (Olímpico provisional en Rio de Janeiro), hace pocos años tuvimos la suerte de presenciar en el Miniestadio de Anoeta un triangular entre Euskal Herria, España y Francia. Así, como suena. Y en Euskadi jugaban mujeres de Iparralde y Hegoalde, que eventualmente jugaban con Francia y con España, pero ante todo, ellas se sentían ciudadanas de Euskal Herria. Y jugaron duro, todas. Ganó España con un segundo partidazo, de genio y calidad como solo hemos visto en el rugby femenino en Nueva Zelanda. Antes de terminar, (sabemos la respuesta) ; ¿porqué Getxo lleva más de veinte años ganando siempre en Euskadi, numerosos campeonatos de España y con varias internacionales todos los años? Preguntad a la Directiva (esta sí con mayúscula) de Getxo, R.T. Naturalmente nos referimos al rugby FEMENINO. Aunque también a todas las escalas, sobre todo esta temporada, está haciendo muy buenos resultados.
Venga, “a quien corresponda”, debate sobre el rugby femenino, sobre todo el XV, y si hace falta, también el VII, pero no nos equivoquemos, si no hay rugby XV, que se olvide de progresar el VII. ¡Hay que espabilar! Que hay mucho currelo, y ahora estáis frescos.
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