Algunos tratamos un deporte, y otros lo mantienen (clubs), o dirigen desde la jerarquía (federaciones), que tiene un potencial que supera nuestra capacidad de difusión en nuestras demarcaciones y jurisdicciones. Hablamos (y con frecuencia dogmatizamos) de rugby, sin preocuparnos de aprovechar sus enormes potencialidades que encajan perfectamente, más que ningun otro deporte de masas, en el rearme ético necesario en esta enorme crisis social de valores.
Somos conscientes que cada especialidad deportiva, cultural, etc., tiene su plataforma en la que se recogen los valores universales humanistas, que cada uno defiende, pero bueno, a continuación vienen las ejecutorias de cada uno, y las evidencias y carencias
Pero volviendo a nuestros valores y su ética social (siempre debe ser social). El rugby en nuestras latitudes,durante muchos años ha sido considerado exótico. Han pasado más de cincuenta años desde su implantación, y ha perdido exotismo. Se ha vulgarizado. Nos parecemos a los peores deportes. Diríamos que se ha producido una involución, perdiendo los valores de los pioneros y copiando otros comportamientos . Y por tanto, el rugby, con todos sus valores humanistas, crece en todo el mundo, menos aquí. Pero deseamos aclarar, que nuestro concepto del crecimiento no son las estadísticas sobre número de fichas federativas ni de espectadores asistentes a los campos de rugby, sino a la aportación que la práctica de sus principios, enriquece a sus practicantes. Sean internacionales, o los que animan el vestuario. Hayan ganado un montón de campeonatos, o la cuadrilla de amigos que se han formado y los que mejor se lo pasan. ¿Qué queda después de quince o vein te años de rugby? Las personas. Con las que hemos ganado, perdido o empatado, pero nunca hemos considerado los contrarios (¡al enemigo, ni agua!, que ha dicho más de un imbécil con título de entrenador), sino compañeros de juego. No son algo a batir, y menos a dar saltos de alegría cuando has ganado a un compañero de juego, sino a agradecerle la deferencia de permitirnos la diversión en el juego y por supuesto, desmitificar los guarismos, y quedarse con las formas y condiciones que nos han permitido llegar a ellos.
Puede parecer un discurso de ursulina, pero si lo entendemos, a partir de este concepto, todo es más fácil, comprensible y agradable. Porque el Tercer Tiempo tiene que ser la demostración de que el partido ha servido para algo. Para unir personas, clubs y pueblos, por medio del rugby. Y ya lanzados, vamos a proponer a nuestro amigo y Presidente de nuestra Autonómica Iñaki Laskurain la recuperación de una llamémosle costumbre por no decir tradición, que nosotros y otros equipos practicábamos hace más de cincuenta años, y que suponemos habrán practicado otros clubs. Sabemos que no inventamos la pólvora, pero tiene muchas ventajas para jugadores, sus familias, los clubs, y ahora La Federación que tu presides. Se trata de contactar con un club, colegio o federación, y plantearle una visita, que sería de ida y vuelta, para jugar al rugby (es una excusa), pero con la condición de que cada uno se pague el viaje, y el alojamiento sea en casa de cada jugador designado. En estos casos, los directivos y jugadores reciben en la sede social o lugar convenido, se realiza una recepción, y cada jugador (o directivo, entrenador ...) recoge al jugador(a) designado, y se lo lleva a casa, donde convive con la familia anfitriona y lo trata como a un visitante. Le ofrece lo mejor, le enseña lo más interesante, presenta a sus amigos más divertidos, cultos y educados, informa sobre la idiosincrasia, costumbres, y ¡cómo nó!, la gastronomía y nuestro paisaje desde atalayas y miradores, etc.. Su club convoca los entrenamientos que considere oportunos, que pueden ser conjuntos o en la misma instalación por separado, y cada cual a su casa. Se juegan los partidos que se consideren oportunos y convenidos, y salvo las recepciones que el club anfitrion ofrezca, el resto del tiempo el jugador, técnico o directivo visitante hará la vida como uno más de la familia anfitriona. Esto suele durar de cinco a ocho dias, y los paises que más encajarían para contactar, serían Irlanda en primer lugar, y más si interviene Iñaki Laskuráin en la gestión, que es un Irish eibarrés y tiene mucho ascendiente en el rugby de ese país. Pero son interesantes Dinamarca y Suecia, entre otros de la zona. También se puede hacer con clubs españoles, con el mismo procedimiento, con la ventaja que el viaje como visitantes sería mucho más barato, y puede ser muy divertido.
Las ventajas de esta experiencia las dejamos a la imaginación de cada uno, pero podemos asegurar, que con frecuencia, las relaciones entre las dos familias anfitrionas, trascienden en el tiempo, y son motivo de estrechas y posteriores relaciones entre componentes de ambas familias. ¿Ventajas? ¡Todas!. ¿Inconvenientes? Insignificantes y solucionables. Se puede hacer entre más de un club. Pero vamos un poco más lejos. En el nuevo sistema de competiciones que suponemos establecerá nuestra Federación (por lo menos), ocuparse directamente de la gestion, como premio, por ejemplo, a Sub 21 o Sub 18. O lo que os parezca oportuno. Esta propuesta tiene mil variantes, pero al final está la unión de las personas a través del RUGBY.
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