Jugadores

Son los agentes principales del juego del rugby, y paradojicamente, en el momento de tomar las decisiones que les afectan, no pintan nada. No existen para opinar, sólo para obedecer.
Son los grandes financiadores del coste de la temporada, costeando entre otras cosas, el desplazamiento desde su domicilio, centro de estudios o trabajo, hasta las instalaciones deportivas, muchas veces lejanas, y la vuelta al domicilio en entrenamientos y partidos, que con alguna frecuencia se encuentra a varios kilómetros.
Si son jugadores senior, muchos tienen coche y soluciona más de un caso, pero aquí hay gastos de locomoción., que en algunos casos se abonan.
La ropa y el calzado de entrenamiento, las botas y alguna cosa más en los partidos, y su limpieza. La cofinanciación de fichas federativas y revisiones médicas. La compra de prendas del club, la colaboración en la venta de rifas y loterías y en algunos casos, la compra-venta obligada de productos que comercializa ¿ilegalmente? el club.
El tiempo que dedica a los entrenamientos y competiciones se puede ver compensado por los beneficios que presuntamente recibe del club a través de sus técnicos, educadores, etc…
Si el club proporcionase a los jugadores lo que éstos aportan, podría justificarse en parte su actitud de ninguneo, pero teniendo en cuenta que predomina lo contrario, deberían plantearse si los jugadores deben estar al margen de las decisiones del club, en tanto les afecte directa e indirectamente, o establecer un cauce a través de uno o varios jugadores de cada equipo, como interlocutores directos con la directiva, desde la Escuela (progenitores), hasta el primer equipo senior o femenino, pasando por el segundo equipo, cadetes y juveniles.
Para algunos directivos y técnicos puede sonar a revuelta social, irrupción en las áreas, de secretismo y poder barato que creen ostentar con su actitud cortijera, pero a R-T le parece que no tiene más que ventajas. Incluso desde un prisma egoísta/inteligente.

Para empezar, se establece un cauce de comunicación, que ahora no existe, y se crea una corresponsabilidad de los jugadores ante la institución. Atribuciones, si. Responsabilidades, también.
A continuación se crea una cantera de pre-directivos que pueden aportar información que ayude en la toma de decisiones. Por ejemplo, si existen ausencias no justificadas a los entrenamientos y partidos, los que mejor lo saben y pueden resolver el problema, incluso antes de que suceda, son los compañeros, que saben mejor que sus familias el motivo de las ausencias, y si tienen que llamar al orden al interfecto, tienen autoridad para hacerlo. Que para algo representan al grupo. Y si no se resuelve, se detecta de inmediato, cosa que actualmente se hace en el balance de fin de temporada.
Otra buena práctica podría ser la elaboración de un díptico que contenga un decálogo de aportaciones por parte del club hacia el jugador, y las normas que éste debe cumplir, evitando posteriores malentendidos. En los casos de minoría de edad, con la firma de un progenitor, y en todas ellas someterlo al conocimiento de la familia de cada aspirante a jugador.
El contenido de este decálogo debe ser un manual de estilo y buenas prácticas, por tanto,pensado y redactado con elegancia y generosidad social.
Con esta relación jugadores/directiva, el primer beneficiario es el club, pero el más directo es el entrenador. La cantidad de cosas que puede hacer si sabe que tiene en los entrenamientos al noventa por ciento de las fichas, en lugar de al 40-60% con lo que se encuentra frecuentemente y tiene que repetir los consejos técnicos, tácticos, principios y conceptos del rugby en detrimento del progreso en esos niveles. Necesita el doble de tiempo, y acaba la temporada con la mitad de la enseñanza prevista sin poder aplicarla. Y ese retraso técnico e incultura rugbystica se refleja en el bajísimo nivel de juego actual,entre otras cosas.
Podemos enumerar y desarrollar varios aspectos ventajosos más de la coparticipación y la corresponsabilidad, pero los directivos de los clubes en cada caso concreto son los que pueden sacarle el mayor rendimiento. Sólo pedimos que analicen la propuesta.

Algunos directivos reacios a nuestra propuesta podrán argumentar que la financiación del presupuesto se debe a su gestión, en cuya cantidad no se les ha pasado por la cabeza los gastos que tienen los jugadores, ni sus aportaciones en metálico, y que sin esa gestión no se podría practicar ninguna especialidad.
A esto contestamos que las subvenciones oficiales se reciben SOLO porque hay jugadores. Ellos canalizan el dinero que reciben de las instituciones. La publicidad se consigue porque hay instalaciones deportivas donde ubicar los paneles publicitarios y recibir flujos de personas que van a ver cómo juegan los jugadores. Y con la sponsorización total o parcial, lo mismo.
¿Pero quién hace la gestión? Los directivos, por supuesto. Por tanto, una cota de poder decisorio, pero no todo el poder, y menos marginando al propulsor principal de los ingresos.
Tenemos que ser conscientes de que para un desarrollo coordinado, progresivo y racional del rugby, se necesitan jugadores, técnicos, directivos, instalaciones, ayudas económicas públicas y privadas, espectadores y principalmente familiares, de todos aquellos participantes directos no profesionales que soportan los inconvenientes de la ausencia de los mismos por el servicio generoso de su tiempo al club.
Volviendo al rol de los jugadores y sus familias en la sociedad y en la vida de los clubes, se desprecia la gran fuerza divulgativa del boca-boca en nuestra sociedad. Si el jugador está contento con el trato que recibe en el club, si se considera importante como persona en su funcionamiento, seguro que los primeros que lo notan son los familiares. Los familiares, encantados con la actitud que el club proyecta sobre su familiar, lo transmiten, seguro, a su entorno social que a su vez…. Señores, eso es cohesión social. Eso es imagen. Eso es prestigio. Eso es dinero.
Claro que en el rugby actual gipuzkoano faltan entrenadores solventes técnica, psíquica ,cultural (de rugby) y humanísticamente, pero también directivos preparados. La problemática de los clubes actuales requiere solvencia y dedicación, que a veces reclama profesionalidad retribuida, tanto para los técnicos, como para los jugadores y directivos. Pero claridad y honestidad en la gestión. Cauces de participación sin reservas, y corresponsabilidad.. Esto no pretende ser una consigna de ¡jugadores al poder…!, sino revisión de las estructuras de mediados del siglo pasado.
¿ Ha evolucionado la mentalidad y estructura social ?. Pues a ver cuándo les toca a las estructuras y a la forma de pensar y actuar de los gestores de nuestro rugby.. Waiting for your next and pleasant news …

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