Los administradores de nuestro rugby

Las federaciones provincial, autonómica y estatal. Tal como está organizado el deporte en la sociedad por los políticos profesionales, los jugadores, técnicos, árbitros, directivos y clubes privados dependemos de los señores federativos.
Nos preguntamos que ocurriría si los clubes se pusiesen de acuerdo y organizasen sus competiciones en los campos que dispongan en propiedad o por alquiler, con sus propios árbitros, sin fichas ni controles Vamos, como antes, cuando existía el rugby en Gipúzkoa, y no existía la federación. No costaría mucho contratar en bloque una Mutua de cobertura ante lesiones, dejando para la Seguridad Social las pequeñas prestaciones leves. Los árbitros no cobrarían, y serían jugadores en activo, retirados, o espectadores que conociesen el reglamento. Vamos, como antes. Y en el juego no había concesiones. Se competía igual o más que ahora. Pero nos divertíamos mucho más que ahora. Y es que el rugby bajo administración federativa no se ha hecho para divertirse. Aquí todo son normas de obligado cumplimiento, y el árbitro es como un sargento chusquero. Viene a la instalación como una persona normal, parece majo, pero enseguida adopta una cara de palo como para demostrar que él no ha venido para hacer amigos. El ha venido para IMPONER el reglamento en todo su rigor, y empieza: El Delegado. El Capitán. Los Jugadores (tacos de botas, que ni se entera), y el rollo de cómo quiere que se juegue, y lo que va a sancionar, etc.etc.. Y continúa. De aquí para aquí (fuera del terreno de juego y las bandas de seguridad), no quiero ver a nadie (espectadores). En aquella banda solo dos personas (los técnicos). Siempre hay una banda “maldita” para ellos. Ningún espectador. Le importa “eso” que el espectador quiera ver el rugby de cerca porque se disfruta mas, como todos sabéis. Pero es que los “señores” se distraen, aunque el espectador (damos fé), no haya abierto la boca. Aparentemente no les importa que espectadores maleducados les recuerden a su santa progenitora de forma equivocada en su actividad, pero que no se le ocurra a un espectador recriminarle correctamente por su desconocimiento o mala aplicación del reglamento. ¡A Siberia con él! Se monta la parafernalia con el Delegado de Campo, se para el juego hasta que no se ha vengado del reclamante de la injusticia. Y que no se le ocurra tener ficha… Porque el justo reclamante no vuelve a ver la luz del rugby. Por listo. A quién se le ocurre saber del reglamento más que el árbitro. Hasta ahí podíamos llegar.
No, no es rugby-ficción. Es el panorama que nos toca “disfrutar” con el oficialismo en el rugby. Que no lo hacen para que disfrutemos.
Porque, vamos a ver, para empezar. ¿Cómo se puede impedir a un socio de un club que en sus instalaciones, fuera del recinto de juego y sin el menor ánimo de molestar el desarrollo de l mismo, venga una persona (por muy árbitro que sea), y ORDENE. No quiero ver a nadie en este lado del campo. ¿Con qué derecho? Bueno, eso es para que os enteréis quien manda aquí. Y es que los oficialistas no quieren que disfrutemos con el rugby.
Las federaciones. Un coto cerrado. ¿Cómo cerrado? Hermético. Espacio de impunidad. Allí no se discute, se acata, que para eso son los reglamentos, para cumplirlos a rajatabla. Nada de filosofía del mismo. Nada de pedagogía en su desarrollo. Las normas y formas que presiden la actividad de las federaciones son del siglo pasado, y algunas de su primera parte. No ha cambiado nada en la sociedad desde entonces.
La representatividad bajo mínimos, y en caso de integrarse algún delegado, de florero o desactivado con pseudoprebendas.
Y el control de las instituciones públicas sobre las federaciones que las cofinancian con el dinero de todos, deportistas o no, un desastre. Las asambleas anuales son un cachondeo, y así se lo toman los clubes. A la penúltima asamblea de la gipuzkoana, asistieron cuatro personas con derecho a voto. Total, para lo que pintan…
Las cuentas. Crípticas. Con errores de cálculo. Las sumas mal. Los conceptos difusos. No puede ser que la partida Otros Gastos represente el veinte por ciento del presupuesto total. Una partida indefinida en el balance puede incluir un taxi de una emergencia o algo parecido que no justifica una subcuenta en el plan contable, pero ¡el 20%!
Te las entregan, en la Asamblea a cinco minutos de empezar la misma..Si tienes hora y media de duración, se tiran el ochenta por ciento del tiempo exponiendo nimiedades, obviedades y asuntos rutinarios que se deben tratar en reuniones ordinarias internas, porque son rutinarias, y no en una Asamblea, única ocasión anual para rendir cuentas por obligación. Ruegos y Preguntas donde solo se permiten asuntos superficiales, y si alguno está preparado y las preguntas son incisivas, se le suelta una perorata que no convence a nadie, y como el conserje de la sala tiene que cumplir con el horario laboral, a la puta calle y hasta el año que viene.
Esto no va solamente para el rugby. Para consuelo de algunos, ocurre en otros deportes que nosotros conozcamos directamente, y en otros clubes que también hemos conocido directamente, pero nos imaginamos que en los que no conocemos, con la dignísima excepción que tiene que haber, pasará lo mismo. Y la responsabilidad (no la culpa), la tienen las instituciones públicas que controlan el deporte. No tienen que permitir la convocatoria de ninguna asamblea federativa, y nos atreveríamos a decir que tampoco de clubes subvencionados con fondos públicos, sin haber hecho un depósito previo de la Memoria y Cuentas Anuales en el organismo oficial cofinanciador de su actividad deportiva. Y pasar una primera revisión del formato. Y en su caso, permitir la convocatoria, pero realizar una segunda revisión exhaustiva para detectar, si se han producido, irregularidades u omisiones en la presentación de los datos presentados en la asamblea. Y actuar en consecuencia, emitiendo un informe calificador de la actividad desarrollada, y de la no desarrollada estando prevista en las solicitudes de ayudas. Si esto o algo parecido no se produce, pueden proliferar noticias alarmantes y que han pasado desapercibidas para la mayor parte del pueblo, como que Hacienda y Finanzas de la D.F. de Gipúzkoa está realizando una serie de auditorías y análisis de varias federaciones deportivas (nueve), entre las que se encuentra la de rugby, la nuestra. Y esto se hace por la detección de irregularidades administrativas en principio, en la administración de los fondos. Y añadimos nosotros, porque esta presión positiva no se ha hecho hasta ahora. Hubiesen tenido más cuidado los administradores federativos. Por cierto, además de las federaciones, también está sometida a inspección la Fundación Kirolgi, y eso si que nos sorprende, porque nos parecía un ejemplo de operatividad.
Como se ve, desgraciadamente hay que controlar los fondos, además de las formas. Y un aviso a navegantes. Si hay representatividad real, es difícil crear espacios de impunidad ni practicar el caciquismo. Todos los clubes de la provincia ó autonomía tienen que tener una representación Y UN COMETIDO en el trabajo de la federación. Que con un poco de imaginación y buena voluntad, hay trabajo para todos. El oficialismo tiene que integrarse en el pueblo del rugby. El pueblo será agradecido y el rugby beneficiado.

1 comentario:

  1. Si los clubes se pusiesen de acuerdo y organizasen sus competiciones.

    Tienes una gran razón en todo lo que expones, lo ideal seria una ACR fuerte, una ACR unida, una ACR que pueda pelear con la FER y con los privados como los promotores de la SIR.

    Pero viendo el gallinero, pienso Luís Mari que esto ira de mal en peor

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