Contra lo que se dice, interpretar los reglamentos y aplicarlos adecuadamente en un partido, no es tan difícil como algunos pretenden trasladar para disculpar errores, no humanos, sino estructurales.
Pero eso no quiere decir que lo puede hacer cualquiera. Un árbitro tiene que reunir unas características y cualidades como algunas que detallamos a continuación.
Primero, que le guste y que disfrute arbitrando. Que lo haga de forma distendida y formando parte del juego como un integrante más. Si lo hace con naturalidad, los errores se disculpan mejor. Igual que falla un jugador, falla un árbitro.
Aunque no indispensable, es bueno que haya sido jugador, y cuanto más nivel, más experiencia para entender las fases y los movimientos. Y llegará a veces antes que el balón, pues sabe donde va a ir. Debe tener formación o principios humanísticos, nivel intelectual medio-alto, estabilidad emocional, forma física y si es con condición atlética, mejor. Ayuda también el prestigio social.
Si reúne todas, parte , u otras características humanas o técnicas positivas, TAMBIEN se va a equivocar, pero lo reconocerá con sencillez, rectificará si puede, y seguirá el juego.
Pero ¿qué ocurre con la mayor parte de árbitros que actúan en Gipuzkoa?
Que aplican los reglamentos por la letra, olvidando el espíritu del juego. Que no se saben los reglamentos, que no llegan a la jugada discutible por lentitud de reflejos y pésima condición física, con lo que frecuentemente la jugada que juzgan, no la han visto. Y por ahí vienen parte de los malos arbitrajes.
Otro aspecto negativo frecuente es la afición que muchos de ellos tienen por la punición. Les encanta castigar. La pedagogía no existe. Raramente advierten; directamente sancionan. Y eso que en rugby, a diferencia de otros deportes, existe la ley de los “10 metros” que apenas utilizan. Ya sabemos que este regla no sirve para todo, pero psicológicamente impacta No se encuentra fácilmente un árbitro que sepa apreciar la intencionalidad o la involuntariedad en un lance del juego. Porque para eso , hay que estar cerca de la jugada. No pedimos impunidad, ni tan siquiera generosidad, aunque un poquito no estaría de mas. Pedimos comprensión y realismo. Que el jugador no es un delincuente. Que en el rugby nos conocemos todos y que a nadie le interesa ir de “leñero”, pues a la próxima puede estar debajo. Si alguno se desmadra, o se equivoca por desconocimiento del reglamento, se sanciona con prudencia y sin aspavientos, y punto. Y si se considera oportuno, se da una explicación corta. Y si alguien insiste, “10 metros”. Ya se preocupará el Capitán del equipo infractor de que no vuelva a ocurrir. Lo dicho, con naturalidad y distendido
Estos son aspectos que el Colegio de Árbitros puede resolver intensificando el trabajo físico y técnico de sus colegiado convocando públicamente cursillos de arbitraje a diversos niveles como se hace con los jugadores, entrenando, integrando como norma no escrita a los árbitros en el juego antes, durante y después del partido, aunque una absurda norma dice que no se puede dirigir nadie al árbitro en el recinto.. Por cierto, Hace un montón de años que apenas se ven caras nuevas en el arbitraje. A este respecto, una gratísima sorpresa reciente. La incursión en el arbitraje de Atorrasagasti Jr., hijo del gran Iñaki posiblemente el mejor árbitro que hemos tenido. Este chaval es bueno.. Tiene todo lo que hace falta para ser un buen árbitro. Y con una calidad humana extraordinaria.
En Gipuzkoa tiene que haber media docena como él, por lo menos. Hay que promocionar el arbitraje en el seno de los clubs. Antes, cada club aportaba un árbitro, por lo menos, y llegaba su imparcialidad a tal punto, que sus clubs de orígen no querían ni verlos porque querían ser tán honestos, que se pasaban. Pero eso es un buen síntoma.
El Colegio de Arbitros tiene que dignificar el arbitraje. Tiene que normalizar las relaciones de las personas-árbitro con las personas-resto del rugby. Abandonar el corporativismo. Es patético comprobar cómo hacen piña de aislamiento autoasignándose el papel de guardaespaldas. En estos momentos no sabemos si hay gente simpática arbitrando. Todos adoptan actitud “standard”. Un poquito de espontaneidad, por favor. Que ni el arbitraje es tán difícil, ni los aficionados de rugby tan violentos.
Antes, los árbitros confraternizaban con los jugadores y técnicos después de los partidos, comentando jugadas de forma distendida, haciendo unas risas y cantando juntos, incluso. Resultaba didáctico y desdramatizador, además de lúdico. Los errores se borraban.
Ahora termina el partido, y después de redactar el Acta, que antes casi siempre era rutinaria, ahora refleja momentos del partido más o menos normales, que ya han sido sancionados durante el tiempo de juego (incluso injustamente), y se hace constar por si merece un nuevo castigo,; entrega una ininteligible copia a los delegados de los equipos, elude el “tercer tiempo” y se marcha. Ojo, con frecuencia a arbitrar o hacer de línea en algún partido de categoría superior (constatado). ¿Qué no hay árbitros? Por favor… ¿Para que están uds.? Popularicen el arbitraje. Háganlo agradable. Y además es el que mejor ve el partido. Y no tocamos de oído.
Con ánimo de aportación, como siempre, “R-T” hace la siguiente propuesta al Colegio de Árbitros de nuestra Provincia y /o Autonomía:
Convocar reuniones periódicas y frecuentes a las que asistan árbitros, entrenadores, jugadores e incluso delegados de equipo y campo, para comentar las distintas situaciones y comportamientos que se consideren potencialmente conflictivas, analizando entre todos los distintos puntos de vista de los asistentes, que constituyen una parte importante activa de la familia del rugby. Ninguna de las partes debe despreciar la visión que tiene “el otro”, pues que sepamos, nadie está en posesión de la verdad absoluta y de todos se puede aprender. Se trata de ceder cada uno un poco de “su razón”, para comprender a los demás.
Y para los puristas, recordarles que los reglamentos de rugby son de los que más frecuentemente evolucionan.. Sólo que es indispensable el acuerdo dentro del ámbito.. Nosotros ni lo pensábamos más. Los árbitros no tienen nada que perder y el rugby mucho que ganar.
No podemos dilapidar la herencia que árbitros guipuzcoanos ejemplares en cada época como Julio Segurola , Miguel Etxebeste, Jose Juan Ijurko, Iñaki Atorrasagasti y alguno más que seguro merece estar entre ellos, nos han dejado. La figura del árbitro en el rugby es admirada por los aficionados de otros deportes, por el respeto que los jugadores y técnicos le profesan, pero eso no debe constituir patente de corso para abandonarse física y técnicamente pensando que el árbitro siempre tiene la razón. En caso de duda razonable, desde “R-T” apoyaremos al colectivo arbitral, como siempre lo hemos hecho Aunque nos ha costado incomprensiones. Son uds. importantes en el desarrollo del rugby, pero también para el contradesarrollo. Reflexión y aplicación En ningún reglamento se prohibe innovar para mejorar. Manteniendo el espíritu del reglamento , por supuesto. Entre la letra y el espíritu del mismo hay amplios espacios y, se admite lo positivo siempre y en todas las partes..
Mercado Verano 2015/16
Hace 11 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario